La incertidumbre vivida en la tarde del martes por comerciantes y empresarios locales, además del personal de los negocios, se tradujo en un sin fin de audios por redes sociales donde se daba actualización permanente de lo que estaba ocurriendo con los rumores de saqueos que circulaban entre los marplatenses.

Por la tarde, el intendente Guillermo Montenegro dio una conferencia de prensa en la que alertó que en la ciudad no se iba a permitir que se llevaran adelante desmanes como habían ocurrido en algunos puntos del Gran Buenos Aires.

Inevitablemente sucedieron cosas. La actividad de los vándalos estuvo presente en la zona sur de la ciudad, en la que intentaron saquear autoservicios de alimentos. Ocurrió en Cerrito y García Lorca ni bien caía la tarde. Más a la noche, un local céntrico de venta de indumentaria deportiva sufrió el ataque de un grupo de personas que destrozaron la vidriera, alzándose con productos que habían quedado en exhibición.

Mar del Plata, Mendoza, Moreno, José C. Paz, Tigre, diferentes puntos del país con un denominador común: una efervescencia desestabilizadora que estaba orientada en dejar un mensaje. A la vista, que la situación económica no resiste. Bajo el agua, muchas son las especulaciones.

Por estas horas todo se pone en coordenadas políticas. Con una elección a la vista -el 22 de octubre- y la necesidad de llegar bien consolidada la institucionalidad, para que no suceda lo que viene pasando en el continente, con inestabilidad y zozobra.

Argentina no merece un presente inestable como este. Pero requiere que la dirigencia asuma errores y, sobre todo, diga y muestre como va a enderezar el rumbo -primero- y cual es el objetivo de crecimiento y desarrollo -después-, para poder contener las expectativas de millones de ciudadanos que quieren seguir creyendo que todavía se puede intentar vivir mejor en el país.